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El cánnabis o cannabis[nota 1] (conocido también según la forma de presentación como marihuana o hachís, entre otros)[3][4] es una droga psicotrópica depresora del sistema nervioso obtenida de la planta Cannabis sativa.[5] Contiene dentro de sus compuestos la molécula de THC o tetrahidrocannabinol, el cual es el compuesto psicoactivo o psicotrópico de la planta del cannabis (Cannabis sativa), presente en sus variedades o cepas, que son más de 2500, surgidas del cruce entre las subespecies C. s. sativa, C. s. indica y C. s. ruderalis seleccionadas para utilizarlas con fines recreativos y medicinales. En cambio las variedades que se utilizan para producir cáñamo industrial generalmente contienen un nivel muy bajo de THC. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, se trata de la sustancia ilícita más utilizada en el mundo.[6] La regulación legal del cannabis es diferente en cada país, y existen tanto detractores como defensores de su despenalización.[7][8]
El cannabis en su estado fresco contiene ácido tetrahidrocannabinólico, el cual luego se convierte en THC.[9][10][11][12] El compuesto químico psicoactivo predominante en el cannabis es el tetrahidrocannabinol (THC). El cannabis contiene más de 500 compuestos químicos diferentes, entre ellos al menos 113 cannabinoides aparte del THC, tales como el cannabidiol (CBD), el cannabinol (CBN) o la tetrahidrocannabivarina (THCV), que tienen efectos distintos a los del THC, y también actúan en el sistema nervioso.[13] El 11-Hydroxy-THC se produce cuando el cannabis está cocinado,[14] pero no cuando se fuma.[15] El cannabis se utiliza a menudo por sus beneficios para la salud, entre los que destacan un cambio general en la percepción, euforia y un mejor estado de ánimo, el aumento del apetito y una sensación de estar bajo los efectos de la droga, «colocado» o «volado» en el lenguaje popular.[16][17] Los efectos secundarios inmediatos incluyen la pérdida de la memoria a corto plazo, sequedad bucal, reducción de la capacidad motora, ojos rojos y sentimientos de paranoia o ansiedad.[16][18][19] Los efectos a largo plazo pueden ser la adicción (en un 8 % de los casos),[20][21] la disminución de ciertas habilidades cognitivas (en aquellos que comenzaron desde la adolescencia un consumo habitual) y problemas de comportamiento en niños cuyas madres consumieron cannabis durante el embarazo.[16] Los efectos, que duran entre dos y seis horas,[22] comienzan a los pocos minutos de su consumo cuando se fuma, mientras que cuando se cocina y come,[22] los efectos tardan entre 30 minutos y una hora en manifestarse y pueden durar hasta 8 horas.[16]
En 2014, la ONU estimó que cerca del 3 % de la población mundial adulta consume marihuana anualmente.[23] Naciones Unidas calculó que, para 2014, entre 127 000 000 (ciento veintisiete millones) y 233 000 000 (doscientos treinta y tres millones) de personas podrían haber consumido esta sustancia, mientras que sus mejores estimaciones apuntan a una media de unos 182 000 000 (ciento ochenta y dos millones) de consumidores.[23] A pesar de la situación de ilegalidad, su uso está muy extendido en algunos países; por ejemplo, en Estados Unidos (en el año 2016), el 51 % de la población la había consumido en algún momento de su vida,[24] un 12 % en el último año, y un 7,3 % en el último mes.[25]
El uso del cannabis data del iii milenio a. C.[26] El cannabis fue introducido al Nuevo Mundo por los españoles en el siglo XVI. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el uso, la posesión y la venta de preparados con cannabis que contienen el cannabinoide psicoactivo comenzaron a considerarse ilegales en la mayor parte del mundo.[27] Desde ese entonces, algunos países han intensificado su control sobre la distribución de la sustancia. Sin embargo, su uso medicinal también se ha autorizado en algunos países europeos, también en Ecuador, Canadá, Australia y varios estados de Estados Unidos.[28]